Poesía completa (edición bilingüe) /Cesare Pavese [+]
ISBN-978-987-8952-69-7
Traducción de Jorge Aulicino
La colección de poemas de Trabajar cansa, que Cesare Pavese (1908-1950) publicó censurada en 1936, cuando tenía 28 años, es la cumbre de su breve carrera poética, su mejor logro, entendiendo por “logro” aquel espectro de imágenes y palabras que sigue dando vueltas en nuestra memoria a lo largo de los años —no importa cuánto consenso o falta de consenso haya al respecto-— y suscitando pareja emoción. Pero esa colección, reeditada en 1943, fue precedida por muchos poemas borroneados por Pavese en hojas que nunca vieron la luz hasta hace unos años, en Italia, y en cartas a sus amigos. Son poemas en general breves, escritos entre los 15 y los 21 años, en los que apenas asoma la luz de los poemas-relato de 1936. Esto significa que en antes de cumplir 30, Pavese logró un giro radical en su incipiente obra y creó el núcleo de toda la obra narrativa que desplegó antes de cumplir 42 y suicidarse. Después de su muerte, Italo Calvino, que ocupó su puesto en la editorial Einaudi, publicó los poemas que Pavese no había incluido en “Trabajar cansa”. No era difícil identificarlos: los mismos personajes y los mismos escenarios, la misma métrica larga, además del tono monótono y su distanciamiento “viril”, logrado con pocos adjetivos y poca intervención del yo conmovido, autorreferencial e intenso que se agitó en los poemas juveniles.
En suma, lo que haya de vida será lo que haya de mito en cada poema, en cada relato. No fue necesario imaginar escenas sobrenaturales, sino escenas vivas. El mito, como verdad que no necesita demostración y que en cada época florece de manera distinta es, de este modo, vital. Se impone por sí mismo.
Poesía juvenil-1923-1930 (edición bilingüe)
ISBN-978-987-8952-46-8
Traducción de Jorge Aulicino
Por Alberto Cisnero
Cesare Pavese tenía para sí que “escribir es lindo porque reúne dos alegrías a la vez: hablar solo y hablarle a muchos otros”. Dispersos en cartas remitidas a distintos corresponsales, en hojas sueltas, en cuadernos manuscritos y aún en la eventual prolijidad que entonces aportaba una máquina de escribir mecánica, acumuló una obra que había conocido lectores de manera fragmentaria y accidentada. Bajo la forma expresa del verso regular (sonetos, cuartetas rimadas), entre la manifiesta tensión del poeta decadente y el cultor de los clásicos (Dante, Petrarca, Leopardi), se prefiguran los temas que el autor desarrollaría luego, con denodada profundidad, en su primer libro: el verano aventurado, las colinas, las mujeres de cuño (la búsqueda frenética de ellas), la vida en las ciudades (la música que las glosa), lo que se recuerda como testigo (o como sospechoso), el arte y el amor (u otras palabras fáciles de escribir, aleves y baratas).
La “Poesía juvenil (1923-1930)” no conocía, hasta la fecha, traducciones en nuestra lengua. El poeta Jorge Aulicino presenta al desocupado lector, versiones que articulan un mito, una forma de la verdad que no requiere demostración porque se impone por sí misma: no es algo que pueda hallarse entre las dos tapas de un libro (y eso también implica lo que alguien quiso saber en Turín o en Buenos Aires y que ya no volvería a ver ni en esas ciudades ni en la vida).
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Poemas inéditos (edición bilingüe)
ISBN-978-987-8952-25-3
Traducción de Jorge Aulicino
Por Alberto Cisnero
Cesare Pavese escribió poemas, novelas, cuentos, ensayos, cartas y un diario. También fue traductor. El fascismo lo detuvo, juzgó y recluyó (siempre le tiraron del mismo lado, nunca se posicionó en el medio). Cuando su amigo Giulio Einaudi fundó una editorial y dos revistas, él intervino en el proyecto. Se mató en Turín, en el hotel Roma, el 27 de agosto del año cincuenta del siglo pasado.
El presente volumen (bilingüe) incluye aquellos poemas que Italo Calvino compilara, anotara y publicara doce años después bajo el título de “Poesía édita e inédita” (Torino: Giulio Einaudi editore, 1962) —textos no incluidos en “Trabajar cansa” ni en la serie de “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, que como tal se publicó póstumamente—; esa era la obra poética conocida de Pavese hasta que Calvino presentó los inéditos (luego haría lo mismo con el “Diario”). Calvino trabajaba en Einaudi a instancias de Pavese y lo sucedería en su cargo como editor. Con posterioridad se dio a publicidad un pequeño libro con el nombre de “8 Poemas inéditos y cuatro cartas a una amiga (1928-1929)”; no hemos añadido esos poemas.
Jorge Aulicino traduce con maestría y concisión ese mundo acre y solitario de hechos, objetos y situaciones concretamente humanas que son los motivos recurrentes en la obra del autor y logra acercar a quien leyese, una tierra distinta, de dimensión épica, donde se apaga de un soplo la luz a medida que transcurren las páginas. “Palabras no, un gesto”, reclamaba Pavese (antes para sí que para el prójimo), sin intentar convencer a nadie, procurando incluirse afuera.
Cómo eran aquellos corazones de mendigos, mujeres de cuño, borrachos, presidiarios, simples maestras, durmientes, qué les hicieron, qué querían de verdad, saberlo ya no está en las manos de nadie pero lograron quedarse con ellos hasta el fin: “Nos hace falta un país, aunque sólo fuera por el placer de abandonarlo. Un país quiere decir no estar solos, saber que en la gente, en las plantas, en la tierra hay algo tuyo, que aun cuando no estés te sigue esperando”.