Sueño y vigilia del salmista
Sergio Leandro [+]
ISBN-978-987-8952-75-8
Sergio Leandro en “Sueño y vigilia del salmista” presenta un lirismo que la época no estila; mediante un trabajo artesanal y certero con el lenguaje y acaso lo más importante, todo esto lo realza con ritmo y belleza, es decir, con un sentido literario y musical (“Nada del desierto y la flor nos es ajeno”). A partir de un motivo clásico de alabanza e introspección, sin obviar características propias de los salmos (el paralelismo semántico de reiterar la misma idea dos veces o más, aunque con distintas palabras), el hombre ante los estados que su permanencia o errancia en el tercer planeta del sistema solar le deparan, las tres partes en que está dividido el libro dan cuenta de ese proceso: “Vigilia”, “Sueño” y “Así los hombres hablaron al salmista”. Los que duermen habitan mundos separados, eso ya se sabe; es otro probable camino de la enmienda, un hecho fugaz y terreno (“Para lo soñado / un río / para lo despierto / un corazón que late”), porque el eventual diálogo ante la divinidad, bajo las formas que supone el amor, es un acontecimiento capital de la soledad, es finalmente la aceptación de hablar solo: “¿A qué este decir? / ¿He de escribir ese silencio y ese amor?”. El canto siempre se desplaza a otra parte, en comunión con los elementos y en ello también se funda un sentido: a veces el que gana no se lleva nada (“Yo he buscado mi decir / entre la piedra y el río”).
Hálito
ISBN-978-987-45869-85-3
El desocupado lector que acceda al libro de Sergio Leandro atestiguará cómo el soplo de la poesía cobra vida en tanto inflexión de una voz, cómo corre en el crepúsculo o bajo la claridad lunar. Tras esos destellos será apartado de cualquier efusión sentimental, ya que en vez de producir la ilusión y la añoranza, cada verso nos despierta de ellos (“como quien deja una flor/ al cuidado de los vientos”). Los poemas que componen “Hálito” se abocan a un signo concreto mediante el cual recordar algo ausente o imposible de designar en primera instancia —de manera precisa o característica— se torna desafío (“Una canción al oído,/ un corazón que rápido se agita/ debajo de estas piedras”). Y en el fondo del silencio está el silencio, todos los lugares que lo incluyen al mismo tiempo, en un solo instante, perseguidos desde un solo ángulo, desde los diversos vapuleos que fluyen tan fugitivos y cuyo sentido es la perdición, la escritura por otros medios; o en casi una referencia arcaica, la mera y sencilla esperanza (“La sangre, cielo mío, nos canta”).
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