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Jorge Aulicino
Nada personal. Todo personal. Obra Crítica Jorge Aulicino [+]

ISBN-978-631-6709-00-4

Por Lucas Peralta, Isaías Garde y Alberto Cisnero

El presente volumen reúne la obra critica —edita e inédita— de Jorge Aulicino. A partir del archivo personal del autor y de una minuciosa búsqueda en las propias bibliotecas particulares de los infrascritos, se colectaron los ensayos y se organizaron siguiendo el exacto criterio que se explicita en el índice.

El desocupado lector encontrará en estas páginas una intervención política sobre la cultura. Pensar la literatura y, por ende, los distintos artefactos literarios desde una concepción material y concreta y desde un manifiesto marco teórico por fuera de toda superestructura, tarea que Jorge Aulicino emprende, desde distintos ángulos y soportes. Lector lúcido, sagaz, por momentos irónico, produce en este cuerpo de textos también una visión crítica del mundo. Ya fuere aludiendo a un libro de reciente publicación, a una serie televisiva, a la propia praxis poética o los pormenores de la escritura de la Divina Comedia, nuestro autor se planta: leer y escribir nunca supondrán una labor científica, ajena a una tendencia.

La presente obra encierra gracia y vigencia interpelativa acaso porque el primer deber de un escritor implica cultivar la imaginación sin relegar dar cuenta de su época: “¿por qué escriben sobre lo que el corazón no ve? / ¿por qué escriben sobre lo que la inteligencia no celebra o llora?”

 
 
Revolución, divino tesoro

ISBN-978-987-8952-96-3

Un cruce, una forma de adscribir al pensamiento apasionado de una época que no se caracteriza por ejercitar esas formas de la dificultad; en “Revolución, divino tesoro” Jorge Aulicino se vale de una mirada que no escatima lucidez ni melancolía para proponer al lector una versión de los desastres que suponen algunos vínculos, algunos vacíos, algunas derrotas (“Llorar por lo que se creyó / no por lo que nunca se realizó”). Las pequeñas tramas de la vida cotidiana en una ciudad que ya no es recíproca ni benigna son el escenario en el que transcurren los días y noches y desvelos, los personajes, los ocasos y el pulso en la guitarra argentina, que integran este poemario (“Viva viva la anarquía / Viva el movimiento obrero / Y los gorriones / en enero”). Pero es el furor y la lucidez permanente el nexo de estas piezas: carentes de cualquier certidumbre respecto de hacia dónde se dirigen (ellos y con ellos el mundo), solo existe la plena sospecha de haber estado huyendo mucho tiempo (en estas pampas hubo algo llamado ley de enfiteusis). El oportuno registro verbal (la mistura esencial) de tales desplazamientos refieren la evidencia de un quebranto: no es el castellano de la ortodoxia que impone el claustro, el periódico o la red social; es la lengua que indaga, vapulea y absorbe una distorsión para recabar las palabras que suponen “una forma de venganza / contra aquello que los hizo peores, / menores, subalternos”. El que sea valiente que siga a Aulicino.

 
El hombre del codo en la ventana

ISBN-978-987-8952-82-6

Jorge Aulicino en “El hombre con el codo en la ventana” a contrapelo de cierta poesía argentina contemporánea, para decir dos palabras emplea dos palabras. La simpleza nunca reproduce una sola cosa y la verdad como irrupción de algo intangible logra hallar su espacio en todo cuanto se puede ver y oír. La peripecia significativa es ardua materia; dicho con el doblez apacible del lenguaje natural: los muchachos del verano ya no imitan ni hurtan y hay ancianos que sólo plantan árboles o tienden al simbolismo (“sin contradicción con el lenguaje oficial, / que establecía una métrica, un ritmo, / y sobre todo un vocabulario según el cual / era preferible decir domicilio que casa, / residencia que hogar, cambio social en / vez de revolución (o siquiera revuelta”). Todos perdimos alguna parte de nuestras personas en un crepúsculo apacible o ante el silencio, que es el principio de todo, sugiere el autor (“Luz es lo que la gente necesita, luz y viento, eso solo / es la vida, efímera, circunstancial, hueca, / para que en ella soplen canciones y fantasmas”).

En esta dulce tierra de porveniristas y conversos, de poetas oficialistas y poetas consulares, siempre estamos hablando de la naturaleza, un territorio (una extensión limitada, un espacio, un segmento histórico): parcelas, proporciones, partes, civiles, uniformadas; y qué palabras serán las electas para dar cuenta de ello, el ritmo y la estrategia de los versos, confiar en las palabras, en la oscuridad de la vida o si se prefiere, la laboriosa concepción del uso del cuerpo, la percepción y el lenguaje a través de su finalidad más radical: zozobra y voluptuosidad (“¿Por qué corre hacia un origen que / no conoce, que no conoció, que no conocerá?”); y el pespunteado invisible de una trama incómoda: escribir es el arte de adivinar el pasado.

 
El capital-La lírica

ISBN-978-987-8952-48-2

 

Dentro de los libros también pasan cosas que no necesitan entenderse. Jorge Aulicino ha escrito dos libros, “El capital” y “La lírica”, que indagan las ruinas de lo predecible y lo ilusorio, evitando la blandura o el énfasis: ¿de qué estaban hechos aquellos símbolos, ideas, banderas que ya no son?, ¿de un jobi arcaico, de amor transido, de un espíritu sectario? Como quienes deben muchas cosas, pero ningún favor, como un autor que no ignora que el escrito encerraba una moraleja en alguna parte, dibuja las palabras que nadie debiera dirigir a otro (o a uno mismo) ni en un millón de años (“jamás supo si estaba dentro o fuera de sí,/ en qué consistía la lírica”). Aunque esa parte siempre es divertida e implique aceptar las propias limitaciones, las derrotas (“No era el jardín, era su luz;/ no era el futuro, sino su hueco”) y la curiosa dicha de ser correspondido en ese espejo sin fondo que todavía llamamos Historia, burocracia cultural o meramente un desequilibrio químico: “Pero le insisto: no debe dedicarse a la poesía/ si no está dispuesto a recibir en su centro mental/ el peso de la inflación de mercado/ y del repliegue táctico que imbrica/ guerras, la soledad de un hombre, las conjuras”. Se sabe, escribir es escuchar a veces golpes en una puerta.

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El libro de los lugares sagrados

ISBN-978-987-4044-89-1

 

Leemos en “El libro de los lugares sagrados” que “sólo nuestra especie se conmueve por sus ruinas/ y las cosas que amó y ya no ama”. Sin imponer una interpretación, consciente de que al pasado no le interesan los detalles, el poeta elige un camino, el propio, y recobra el tiempo perdido igual que en un sueño o una música; en contacto físico directo con una comarca inalcanzable, que es símbolo de todas las otras y que no se parece a ninguna evocación, escribe de aquello que se desvanece en el aire, descubre para el lector solitario ciudades que seguirán llamándose Buenos Aires, Londres, París. Hay autores que se ponen a sí mismos como personajes de ficción, otros que ejercen de coloridos soldados rasos en el ejército popular de Palermo Soja, o bien, afectan erudición sobre la historia de la literatura a través de sus hospitales, cárceles, asilos y acápites; leer a Jorge Aulicino implica raer, abandonar, asir una palabra y luego otra, seguir detectando movimiento en blanco y negro: una raya de luz, otra de oscuridad (“y renacen,/cada noche, ciudades, y tan adentro del corazón/ se desmoronan”).

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El río y otros poemas

ISBN-978-987-4044-30-3

 

Leemos en El río y otros poemas: (“es el río lo único/ concreto entre nosotros y una historia/ que nos abandonó; entre nosotros y/ un cuerpo chupado por la historia; entre/ nosotros y el cuerpo que perdimos al nacer”). En ese espacio discreto y absoluto, al igual que en los recuerdos, no hemos de encontrar más que restos dispuestos en una habitación cuyas puertas y ventanas están cerradas por dentro. 

A lo largo de todo el poemario, orientado como sugería un heleno, hacia el inmenso elemento de la belleza, Jorge Aulicino, sin recurrir al alcohol, a las drogas o al marxismo leninismo argentino de La Biela, reelabora la inquietud que precede al misterio y también al desastre (“Como un amor que se estrangula a sí mismo,/ así es el río”).(...)

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Corredores en el parque 

ISBN-978-987-4044-02-0

 

Por Fabián Casas

 

Una y otra vez la poesía de Aulicino se metaboliza en potencia spinoziana. Acá, en estos versos donde, sobre el final de un poema un hombre con un remo llega para golpear una puerta, volvemos a escuchar los ritmos fantásticos de esa obra maestra de la poesía argentina que fue Paisaje con Autor.

Leyéndolos, uno no puede dejar de habitar el poema: estamos, por un momento, sentados en ese auto que mira a la gente correr en el parque.

 

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